Los comienzos de la matemática
Una
vasta región fértil se extiende desde los ríos Éufrates y Tigris hasta las
montañas del Líbano. Allí se encuentra actualmente Irak, y en el pasado remoto
florecieron en ese mismo lugar algunas de las más esplendorosas civilizaciones
de todos los tiempos: los Sumerios, los Acadios y finalmente, los Babilonios,
que junto a los Egipcios y Caldeos son los pueblos donde se originaron los
primeros rudimentos matemáticos.
Pero
toda la actividad matemática de esos pueblos antiguos se reduce a la invención
de ciertos procedimientos de cálculo destinados a resolver problemas concretos,
tales como reparto de mercaderías o medición de terrenos, pero ninguno de estos
acontecimientos posee carácter científico.
Los
inventos prácticos responden a ciertas necesidades inmediatas de la vida; en
cambio, la actividad científica obedece a profundos requerimientos mentales.
La
mentalidad practica de estos pueblos, los llevo a conformarse con los
descubrimientos de los medios para obtener ciertos fines, en cambio la
mentalidad científica se pregunta, además, porque aquellos medios conducen a
ese fin.
Incluso
en los filósofos milesios (Tales, Anaximandro y Anaxímenes), que son los
fundadores de la cosmogonía racional, la mentalidad científica se halla unida a
intereses prácticos; es cierto también que otros importantes movimientos del
primitivo pensamiento griego, como el pitagorismo, muestran fuertes influencias
teológicas, todo esto da una idea de lo complejo que fue el despertar de la
conciencia racional, pero no cabe ninguna duda de que hay una forma embrionaria
de pensamiento científico.
Los
griegos jonios del siglo VI a. C. que habitaban el Asia menor (la actual
Turquía), iniciaron un proceso de desarrollo cultural que separaría el
conocimiento racional del pensamiento mitológico. A los griegos los movía una
actitud que nunca tuvieron otras culturas: la especulación. El espíritu
Babilónico y egipcio era más desordenado, basada en lo empírico y lo inductivo.
Sus matemáticas eran instrumentales, una forma de resolver problemas prácticos,
y no solían utilizarse para deducir leyes generales. Bien al contrario, los
griegos consideraban la ciencia como un fin en sí misma, lo que permitió la
ordenación lógica del conocimiento, la especulación y la deducción.